Mienten más que hablan pero no pasa nada, a nadie asusta ni sorprende, la mentira se ha normalizado hasta tal punto que lo de pillar al cojo por mentiroso ha perdido su sentido en el refranero. Hoy, lo inaudito sería un político honrado, humilde, servidor de pagainfantas y sobre todo, que no faltara a la verdad, que no vendiera humo ni nos engañara con falsas promesas y descaradas mentiras. Vamos, una quimera.
Lo de "estepaís" es de traca. Nos toman por gilipollas. Se pilla de forma flagrante a un asqueroso corrupto a más no poder, le graban contando billetes y tiene la cara de negar hasta tres veces que sea su voz, que sea él dicha persona, vamos... como Judas, pero todo tiene su lógica nacional, aquí la mentira ha alcanzado tal grado de normalidad que es preferible quedar como mentiroso antes que corrupto, hasta ahí hemos llegado pero no pasa nada y no pasa porque aquí el mentir es lo normal, aquí miente todo dios.
Todos mienten y no solo en calendario de campaña, no, lo hacen por sistema, unos van a acabar con el paro, otros van de centenarios honrados, honestos a carta cabal y eficaces de la muerte contra lo chorizo e inútiles que son todos los demás, aquellos van a sanear las cuentas y los del otro lado prometen futuro a los jóvenes y embaucan a los mayores. Todos son los mejores, todos van a levantar alfombras y abrir ventanas para ventilar la peste. Hasta los huevos oiga.
Los políticos españoles son tan insoportables como su política, aquella que nos prometió el oro y el moro pero que nos ha llevado a estar donde estamos, rebuscando en la basura pero sin culpables a los que señalar ni bultos sin escurrir.
Mienten y mienten y vuelven a mentir. Berrean hasta aburrir a una vaca y estamos tan hasta los huevos que empezamos a echar de menos el silencio de Bibiana en su dorado retiro de Chupategui, la respetuosa discreción de Leire en su bellisimo rincón de Pillaycalla o la tan meritoria como callada labor que hoy desempeñan tantos y tantos grandes miembros y miembras que preceden a los cantamañanas de hoy.
Mienten y mienten y vuelven a mentir. Berrean hasta aburrir a una vaca y estamos tan hasta los huevos que empezamos a echar de menos el silencio de Bibiana en su dorado retiro de Chupategui, la respetuosa discreción de Leire en su bellisimo rincón de Pillaycalla o la tan meritoria como callada labor que hoy desempeñan tantos y tantos grandes miembros y miembras que preceden a los cantamañanas de hoy.
Españistán es un circo, un vergonzoso espectáculo donde nada importa, donde no se distingue la verdad de la mentira, donde todo vale y los medios justifican el fin, donde el caso es llegar y tragar para luego callar.
Hasta los huevos oiga.