domingo, 24 de septiembre de 2023

Nadie me lo ha contado.


Mi padre nunca nos contaba nada, no nos dijo cuando le colocaron la olla petada de tornillos camino de Martutene, ni cuando apareció entre los objetivos a ejecutar un domingo cualquiera en el barrio de Altza. No contaba nada.

Una madrugada tuvimos que salir de casa todas las familias que residíamos en aquel cuartel. Pijamas, zapatillas de cuadros, batas de guata, peluches en manos de los niños y terror en los rostros fueron cobijados en un autobús del Cuerpo mientras se buscaban los explosivos. No me lo contó nadie. Lo viví.

Acribillaron a José Antonio, a Poyo, a Mariano, destrozaron a menos de dos metros de distancia y a ráfagas para no fallar a Lorenzo y Miguel, le volaron la nuca a Eugenio, a Torrón, reventaron en mil pedazos a mi compañero de Puesto Antonio "El Polilla". Nadie me lo ha contado. Lo viví.

Dormí protegido con sacos de tierra en la ventana, llamaba a mi familia desde una cabina con la puerta abierta y un compañero dando protección fuera, permanecí acuartelado días y días semanas, con manifestaciones en la puerta del Cuartel tirándonos huevos y pintura a la fachada, sin poder hacer nada, no nos dejaban. Nuestra presencia era despreciada, nadie nos hablaba, ni tan siquiera un "hola" o "buenos días". No me lo ha contado nadie, yo estaba allí. 

Hoy leo indignado la entrevista del miserable Évole al  cobarde hijo de puta y "Gudarimierda" asesino salva patrias Yosu Ternera, una escoria inhumana que mucho, muchísimo dudo que se hubiera enfrentado nunca cara a cara a ninguno de nosotros porque ni tiene ni ha tenido nunca los cojones necesarios para hacerlo, me hierve la sangre, me puede el respeto a la memoria de mis muertos.

Reconozco que me puede el odio, mi rencor es ilimitado. Todo se ha olvidado, no ha pasado nada, los muertos no han vivido, no han existido. Las imágenes del atentado al Cuartel de Llodio, de los niños destrozados en brazos de compañeros entre las ruinas del de Zaragoza, la barbaridad de Vic, Hipercor, Plaza de la República Argentina y tantos y tantos asesinatos han quedado olvidados entre el compostaje del asqueroso desprecio político y lo que es peor, social.

Nadie me lo ha contado, yo he estado allí y como esta tarde hablando con mi amigo Tito, hasta mi último aliento pedirá justicia divina, la que dicta que quien provoca dolor o sufrimiento merece recibirlo en su misma cantidad. Y si fuera doblemente, mejor.

Es lo que siento porque nadie me lo ha contado, nadie. 

3 comentarios:

  1. Espero que más pronto que tarde les toque a esos cobardes asesinos esa justicia divina, aunque sea en la tierra....

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  2. Suscribo letra a letra, palabra a palabra, punto por punto y coma a coma todo cuanto expresas. (Azcoitia, años 81/82/83), un infierno entre tantos cabrones hijos de puta.

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  3. Son asesinos y a los que han matado a niños los fusilaria,pena de muerte

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