La nieta del gallego Pascasio, la Fernández de telenovela que hoy preside "la" argentina, la reina del botox, la de los modelitos de cincuenta mil, la de los bolsos de Vuitton, la viuda negra y rica abogada de los pobres, nos ha trincado una empresa española. Nos da igual como se llame, la ha expropiado por la cara y punto.
A tenor de sus genéticos y colaterales antecedentes psiquiátricos, nada podría extrañarnos de la botulínica dama y si además, para más inri, es de la caterva de los Evo, Correa, Chávez y Castro… para que quieres más.
Su cara lo dice todo, tiene pinta de oxidada en el rencor, de antipática por infección, renegada y tronada por el resentimiento y la aversión. Es de mala calaña, populista interesada y morrallera barata.
Esta usurera nacionalista que primero vende y luego expropia, que no paga sus deudas porque no le sale de su caudillo higo, reina de una república donde gobierna el soborno institucional y la corrupción corporativa, donde manda la putrefacción y apesta el hedor político, es la emperadora que hace de la soberbia, la jactancia y la arrogancia, las armas de su vanidad e imperio personal.
Argentina debe a España miles de millones prestados en el dos mil uno y esta mitinera obnubilada por el odio no paga porque no y punto, quizás alegue que allá por el mil quinientos Colón les birló el oro, quién sabe... nada podría extrañarnos de esta desequilibrada de la silicona.
Y a mi que me recuerda a Carmen de Mairena… si Pascasio levantara la cabeza.