Hijoputa, término por algunos considerado soez, mero vulgarismo que en algunos casos y siempre dependiendo del contexto pudiera considerarse como insulto, es una palabra (palabro que diría la ilustre Bibiana) tan integrada en el lenguaje habitual que hasta jurídicamente, en numerosas sentencias ha dejado de ser considerado cono ofensivo en España.
Ya en el Siglo de Oro había hijoputas, pero hoy, ahora y aquí, en esta topera antes llamada España, lo que hay no es que sean hijoputas sino hijos de puta, que aunque suene parecido en nada se parece.
Pero a lo que vamos, nos dejarnos de chorradas, monsergas literarias, divagaciones gramáticas y justificaciones en los giros de expresión, para llamar a las cosas por su nombre. En la lengua castellana el hijoputa, independientemente de la sociabilidad y la alegría con la que su progenitora hiciera de su chichi un sayo, siempre es una mala persona, mala persona y generalmente, un cabrón de cojones.
Hay muchos, muchísimos hijoputas, pero bueno, hijoputa arriba o hijoputa abajo, lo que está claro es que los hijoputas se han empeñado en ahogarnos la vida y para empezar el año han intentado subirnos el precio de la luz ni más ni menos que un once o doce por cierto, casi nada para el cuerpo, va a tener razón mi colega "el Chuggggi" cuando comentándolo esta mañana, al respecto sabiamente sentenciaba que... "esto no es corriente". Hábil y sutil como siempre mi querido amigo.
Hay mucho hijoputa y mucho hijo de puta, hay mucho cabrón y desalmado que se baña en usura importándole tres cojones que hay un pueblo a su alrededor que busca y rebusca en la basura, haciendo cola para comer, privándose de todo para aún humillado pero con la mayor dignidad intentar dar cara cada día a la vida, que hay familias durmiendo con guantes y bufanda en sus propias casas y otras viviendo en la calle sobre colchones de cartón.
En este país del hijoputa hay muchas personas que por su culpa viven deshonradas por el hambre, avergonzadas por su situación, desacreditadas por la necesidad, desesperadas por el destino, rendidas por la realidad, maltratadas por el presente y despreciadas por el futuro.
En esta topera maloliente hay mucho hijoputa bajo palio, mucho apestoso con pasta, mucha chusma adinerada, mucho despreocupado, mucho mezquino, mucho ruin y miserable, mucho hijoputa que consiente y no siente, que ni oye ni escucha, ni mira ni ve, mucho cornudo indiferente, mucho pérfido, mucho canalla, mucho sinvergüenza y mucho delincuente que lo único que ahora le interesa, su única preocupación es ... subir el precio de la luz.
En esta maloliente lobera, en este paraíso auténtico reino de pagainfantas lo que hay es... mucho hijoputa.