Los intocables no sólo es el título de la pelí de Eliott Ness, los intocables son otros personajes, son los que cortan el bacalao, los privilegiados, los inviolables, los elegidos, los putos amos, los dueños del "prao".
Los intocables son prebostes sin respeto, próceres sin escrúpulos, ilustrados sin lustre, instruidos sin instrucción, casta sin linaje, tribu aleccionada, clase que sabe, ralea que manda, clan que promete, camarilla que mete, banda que ríe, comando sin fondo.
Los intocables son sagrados y consagrados, indiscutibles e irrebatibles, irrefutables e incuestionables, soberbios e incontestables, onerosos y poderosos, indignos e inmorales, cínicos y víricos, falsos e hipócritas, mentirosos y vanidosos, presuntuosos y petulantes, engreídos y poseídos, egoístas y aprovechados, ruines y beneficiados.
Los intocables son resto y morralla, basura y porquería, jactancia e inmodestia, prepotencia y alevosía, menoscabo y desprecio, ofensa y afrenta, agravio e insulto, deshonor y deshonra, mentira y desvergüenza, ignominia e infamia, humillación y deshonra, cobardía y degradación.
Los intocables son hombres y mujeres sin honra, tipos sin honor, elementos sin humildad, personajes sin honradez, individuos sin lealtad. Son vagos redomados, inútiles acreditados, mangantes consumados, facinerosos con firma, chorizos encorbatados, ladrones achaquetados, cuatreros acreditados, salteadores con carné, desgraciados con audi, delincuentes con pedeá y estorbos con aifón.
Los intocables. Esos son.