La estampa es digamos que cuando menos… llamativa, habría que leer miradas, detallar sonrisas y observar maneras para entender el gesto. No es fácil, es como si no fueran de este planeta, como si no fueran normales, como si con ellos no fuera la fiesta, como si la miseria nacional les fuera ajena y desconocida, como si la lacra del paro, la depresión y la tristeza no les afectara.
Es increíble, nos cuesta creerlo, todos menos ellos tenemos cerca la desesperación de un amigo, familiar o conocido, todos menos ellos vivimos la acuciante necesidad de quien nunca necesitó, la terrible angustia de quien no tiene para comer, para criar, para vivir.
Es increíble, no va con ellos, ahí los tienen, orgullosos y henchidos, haciendo el juego al poder, al absolutismo de la norma, a la omnipotencia del poderoso, engrasando la maquinaria del atropello, de la tiranía administrativa, del desentendimiento social.
Es increíble, ahí están, haciendo amigos, sin necesidades, sin problemas de manutención, siguiendo el juego al poder, colaborando con la causa, aumentando la recaudación, suma y sigue, impuesto de bienes inmuebles, circulación y rodaje, tarjeta de estacionamiento, actividades económicas, IVA, renta, ocupación de espacio público, etcétera etcétera etcétera y por si no fuera poco… multas para saciar las arcas del ansia, las sacas de la usura.
Es increíble, ahí están, esa es la imagen, dos funcionarios de policía saludando a la cámara todo orgullosos, bañados en absurda vanidad tras la dura, durísima labor recaudadora, con la ruina ajena en sus manos, con el fruto de la sordera institucional, de la tiranía y el desprecio, con un taco de denuncias en el que vuelcan su despotismo y ahogan su humanidad.
Es increíble, ahí los tienen, echando leña al fuego, sin escrúpulos, conciencia ni remordimiento, ignorantes del mal, sin pensar en nada, sin fijarse en nadie, extraños al dolor, haciendo el signo de la victoria, como si no pasara nada.
Es increíble pero es verdad, ahí los tienen, ahí están.
Que pena.