viernes, 11 de diciembre de 2015

El derecho a odiar.


Seis meses después de asesinar a veintiún personas en Barcelona, el 11 de Diciembre de 1987 las cobardes ratas etarras lo volvieron a hacer, repitieron machada atentando mediante un coche bomba cargado con doscientos cincuenta kilos de amonal contra el cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza, lo volaron causando once muertos y ochenta y ocho heridos.
De aquellos once ataúdes, cinco eran blancos, dos gemelas de tres y otras tres niñas de seis, siete y doce años los ocupaban.
El dolor no vacía la memoria, aquellas horribles imágenes son marcas imborrables del alma, son recuerdos hoy removidos por las arcadas que producen las declaraciones de determinados personajes que solo conservan la memoria histérica que les interesa, famosillos elementos del twitter surgidos de la nada, creciditos políticos, perroflojos y soplaflautas venidos a más gracias a la miseria y desesperación ajena que carentes de escrúpulos, respeto y decoro alguno se permiten reclamar la libertad y salida de prisión de los "presos políticos" que regaron España de sangre inocente.
Malditos prebostes de estómago agradecido, perversos, detestables e indignos chupabotes, cobardes de vista corta que amparados en un odio inusitado, un rencor indisimulable y la ambigüedad de una ideología mimetizada entre la ultraizquierda más casposa y desfasada, reclaman sin complejo alguno derechos humanos para quién arrancó de cuajo la vida de cientos de personas con un argumento tan injusto como injustificado, tan absurdo como ridículo y con un método de lo más  alevoso y cobarde. Como si nada hubiera pasado.
No es posible, no hay forma. La gente de honor también tenemos derechos, tenemos el derecho a no olvidar, tenemos derecho al rencor, a maldeciros, a desearos la peor y más lenta y dolorosa de las muertes, a reclamar la putrefacción de vuestras almas en el más asqueroso de los olvidos, a exigir el respeto que merecen las víctimas, a llamaros hijos de puta por vulnerarlo.
Yo me reservo un derecho, un derecho que nadie me podrá privar jamás, el derecho a odiaros en defensa propia, a odiaros hasta la muerte.

1 comentario:

  1. Cuanta razón... En un momento me has hecho recordar... Los compañeros, familiares, enterrados, muchos de los cuales, eran amigos intimos, porque eramos una familia... Con los casi 30 años que llevo en Bilbao... Creo que puedo gritar bien alto.. ME CAGO EN LA PITA MADRE QUE OS PARIO.
    Perdón por el vocabulario.

    ResponderEliminar

Gracias por dejar tu comentario.