La vida era así. Años 70.

Años 70, la vida en el cuartel de la Guardia Civil de San Sebastián era así. Los pabellones no se cerraban nunca con llave, muchos de ellos incluso ni tenían cerradura y de hecho, recuerdo a mi madre entrar a casa de Isidoro o Lucio a regar las plantas cuando estaban de vacaciones. Éramos una gran familia. Cuando algo pasaba, ya fuera parto, ingreso en el Hospital Militar de Atocha o cobarde atentado de los cagones terroristas gudaris de mierda, todos los vecinos se volcaban con los familiares venidos de fuera. La vida era así de noble y sencilla. 

Eran tiempos duros, la vida no daba para muchas alegrías así que mi madre curraba fuera de casa y recuerdo que limpiaba las oficinas de una notaría, daba igual, otra vecina, en este caso Elena, se encargaba de nosotros y nos llevaba a la playa de Ondarreta donde echábamos el día junto a los pirautxos de Valentín como punto de encuentro.

Cuando murió Carmen, nuestra vecina. Sus dos hijos, Mari y Ricardito fueron absorbidos por mi madre como dos hijos más, nos criamos como hermanos. Era lo natural, nada meritorio ni de otro mundo. Lo normal en la familia así que los nombres y apellidos de entonces no se olvidan, éramos más que vecinos. Los Álvarez, Zarza, Vázquez, Mejías, Espinosa, Villegas, Parriego, Lablanca, Martín etc..., ocuparán siempre un hueco irremplazable entre los recuerdos de mi niñez y adolescencia.

Éramos felices juntos, compartíamos lo poco que teníamos, nos protegíamos los unos a los otros, estábamos solos en nuestra mutua compañía, era lo natural, la vida era así.