Ha sido entrar por la puerta, pillar el café, encender esta posesa máquina, asomarme a la electrónica balconada para leer la prensa y de repente... vienen los vómitos.
Hoy han salido de prisión nueve cobardes asesinos aún teñidos de sangre, ahí están, todos sonrientes con dirección a sus respectivos pueblos donde sin duda serán recibidos como héroes con homenaje, placa, calle y glorieta, ahí está, ahí lo tienen, uno de ellos es Troitiño, un cobarde mafioso y asesino en libertad tras cumplir escasos veintiséis de los mil ciento dieciocho años a los que fue condenado por la muerte de veintiún personas en el atentado de Hipercor. De asco, para vomitar.
Se me revuelven las tripas y por ello manifiesto mi total, absoluto, profundo y recóndito desprecio para esos cobardes prebostes que durante años nos mintieron con la tierra prometida mientras inocentes criaturas caían como moscas, padres de la patria que basaban y justificaban su posición en el triunfo de los "demócratas" y el "estado de derecho", amparando su omisión con hipócritas palabras y chorradas como argumento de no sé qué victoria final, callando nuestras voces con mentiras de íntegro cumplimiento de las penas y engañándonos con falsas promesas de rigurosa aplicación de la justicia mientras escondían su cobardía con la ambigüedad en la palabra a modo de escudo del por si acaso y no vaya a ser que...
Para quienes han negociado sin permiso, se han rendido al interés, han deshonrado la honra, han vendido el honor, han humillado el dolor, han mancillado la historia y pisoteado el recuerdo de los muertos.
Para quien ha consentido y consiente el pago de la misma pena por quien mata a una persona como quien se carga a veintidós, quien traga por el ridículo pago de veintiséis años de trullo de un asesino de veintiuna personas, quien nos deja la justicia divina como único ente recurrente y de amparo ante gentuza y asesinos como Troitiño y compañía.
Para quienes nos gobiernan y han gobernado sin decoro, sin dignidad, sin pudor, sin decencia, sin vergüenza, sin valor, sin respeto, sin orgullo y por supuesto… sin cojones.
Que vergüenza... con todo lo que ha pasado y no pasado nada, no cuenta lo vivido, no valen las lágrimas del alma, cincuenta años de miedo para ésto, décadas de horror, sangre, mutilaciones, bombas lapa, explosiones y tiros en la nuca para ésto.
Se me parte el corazón, me duele la memoria, me puede la pena, la vergüenza y el recuerdo. No quiero imaginarme en las entrañas de los padres de Fabio Moreno o Silvia Martínez, de los de los niños destrozados en el cuartel de Zaragoza, Vic o cualquier otro, no quiero imaginar su rabia e impotencia. No quiero, no puedo.
Se me parte el corazón, me duele la memoria, me puede la pena, la vergüenza y el recuerdo. No quiero imaginarme en las entrañas de los padres de Fabio Moreno o Silvia Martínez, de los de los niños destrozados en el cuartel de Zaragoza, Vic o cualquier otro, no quiero imaginar su rabia e impotencia. No quiero, no puedo.
Ahí lo tenéis, os lo regalo, ahí os va mi asco y desprecio.
Suma y sigue.
Pues si Pin; es muy triste que tantos años de sangre y lucha, den estos vergonzosos resultados
ResponderEliminarSiempre he dicho, que si al primer etarra con "delito de sangre" se le hubiese ejecutado en su momento ( ya se que suena muy bestia) ... el siguiente, se lo hubiera pensado, y el siguiente , también !!
Yo lo solucionaba rapidito: Ojo por ojo... Porque no? un accidente, simular un atraco, que se yo !! si esto indigna a los que no somos victimas de ESTOS ASESINOS, como deben sentirse los familiares y afectados.
Buen escrito , como siempre.
Saludos, Zipi y Zape
Otro día triste, cuantos van, y lo peor, cuantos nos quedan. Ya no me queda estómago, para digerir tanta basura...
ResponderEliminarSeguiremos tragando, que es lo que toca. Un abrazo.