jueves, 4 de septiembre de 2014

La zapatilla de la Angelita.


Está difícil la cosa, tanto que desconfío hasta de mi última esperanza, la que todo lo solucionaba, dónde se acababan los problemas y las discusiones, ésto no lo arregla ni la zapatilla de mi madre.
Ojo, ojito que la zapatilla de mi madre no es una zapatilla cualquiera, me río yo de los antitanques, los cohetes norcoreanos, los misiles tierra-aire y los pepinos del Mossadd, cuidadín cuidadín que las zapatillas de mi madre son aparatos que dejan estela como los aviones a reacción, son auténticos drones con control remoto, radiogoniómetro, gepeese, plotter, radar, detectores de morro ajeno y la de Dios pero aún así... la cosa está difícil aunque... no perdamos la esperanza, hasta no hace demasiado tiempo tenía una eficacia demostrada del casi ciento cincuenta por cien, pero ahora... la cosa está jodida no vamos a negarlo.
Está difícil porque somos un reinoengendro petao de pusilánimes, apocados, ñiñatos, ñoños y milindris, de gilipollas congénitos y canguelo adquirido. Ya no somos ni estamos, no llegamos ni a la nada, no sentimos, hemos perdido el orgullo por nuestra historia, por la gloria pasada, ahora denigramos la patria y el valor, abjuramos del coraje, despreciamos el heroísmo de nuestra historia y hasta a Blas de Lezo tildamos de criminal.
Lo cosa está difícil porque somos la nación de la aberración, del hembrismo exacerbado y el feminismo exasperante, del machismo cobarde y el machito macarra, del gesto cabreado y la navaja bandolera, del viceversa de lo malo con lo peor, de la españofobia, de la palabra prohibida, de la ambigüedad, los pijoapartes y los choricEREs.
Difícil porque somos un pueblo de psiquiatría, un minimundo sin raza donde no llamamos a las cosas por su nombre, donde las putas no son rameras sino trabajadoras sociales, los negros ya no son negros si no de color, los moros no son moros sino musulmanes y tenemos los santos cojones de atacar a los judíos por defenderse del islamismo.
Difícil porque somos un país guachidemócrático de la muerte y quizás por ello raro, vergonzoso e hipócrita. Raro porque no considera a los palestinos como fanáticos de olla perdida que viven para morir matando, vergonzoso porque calla y contempla sin rubor como van de pintxos y txacolís por el botxo los hijos de puta asesinos etarras, disfrutando como chones de una libertad gratuita por calles y glorietas con su nombre en una placa e hipócrita simplemente por todo, por eso y por más, por cobarde, por falta de raza y cojones, simplemente por eso.
Es difícil porque somos diferentes, porque somos un país de pandereta, boina calada, sandalias de esparto y botijo de barro, un país sin gallardía ni orgullo, un país trémulo y acomplejado, deshonroso y vergonzante, indigno e inmoral, somos únicos, somos la polla de la coya.
Es difícil porque somos un país sin estado, una paraje de chorizos sin cuerda, mangantes sin pudor, honorables sin honor y traidores sin palabra, somos el paraíso de los sucialistos de Bandalucia, de los pijochoros y borjamaris de Valencia y de los desagradecidos chupatetas de la quimera de catalana.
Lo va a tener difícil mi madre porque estamos a falta de algún que otro zapatillazo "in illo tempore", lo va a tener chungo porque somos una mamarrachada, un esperpento, un país de risa, absurdo y sin remedio, lo va a tener difícil pero no desesperemos, que no cunda el pánico, nos queda la última esperanza, nos queda la zapatilla de la Angelita.

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