martes, 13 de enero de 2015

La mirada de Lucía.


Los que como yo siempre nos hemos confesado descreídos, escépticos e incluso con cierto sentido repelente hacia cualquier tipo de credo, doctrina o dogma sectaria, los que como yo no tenemos la suerte de saber rezar y somos tan miserables que nos aferramos a lo humano y tangible como única fuente de fe, los que como yo somos tan ingenuos que profesamos como único evangelio el valor de la amistad, la verdad, el honor, el trabajo y la dedicación, los que como yo tasamos en su máxima medida la reputación, el respeto y la consideración a la Justicia... somos unos gilipollas.
Lo ves de lejos y se te escapa, te ríes, argumentas tu escepticismo en lo vergonzoso del sistema, amparas tu omisión en el uso de la costumbre y lo generalizado de lo podrido, en la trastienda de las instituciones y en la politización de lo impolitizable, todo forma parte de la mierda en lo que han convertido todo, absolutamente todo, mires por donde mires.
Llega un día en que el sistema se ríe de tí, desprecia tu honor, menosprecia tu trabajo y subestima tu dedicación, bueno, vale, te tomas una cerveza con alguien, echas cuatro juramentos y que le den por el orto y por el otro pero... al poco tiempo vuelve el escarnio y se descojona a la puta cara de tu dignidad, de tu reputación y tu profesionalidad, te falta al respeto, te desconsidera y te hace una peineta en la que se te queda una cara de gilipollas que flipas. Ahora la ves de cerca, le notas las arrugas, sus pliegues, divisas sus granos y sufres su halitosis, ves claramente su asquerosa mentira, pasotismo y desinterés. Ves lo que miras y te da asco, ya no te ríes, ya no te infunde ningún respeto, ya no te apetece la cerveza. Solo es más mierda.
Lo mismo da que da lo mismo, ya no queda nada en lo que creer, mi hasta ahora confeso agnosticismo se rebela en socialmente ateo, ya solo creo en el café con mirada, el yintonic en compañía y un yetén con risas, sin hielo y un chorrito de moscoscaya.
Nos han llevado gratis a la ruina moral, nos han pagado el charter de la desconfianza al repudio, se lo han cargado todo, no hay justicia ni verdad, la han cagado pero bien, ya no nos queda nada en lo que creer.
Menos mal que me queda el consuelo de la pureza, de la verdad, de lo que no engaña, de lo que me vale, menos mal que me queda la mirada de Lucía.

4 comentarios:

  1. Verdad dices, ahora ya no se puede confiar en nadie, los que creías que eran tus amigos, ya ves, ni eso y e ahí, como tu dices la desconfianza en todo, pero a ti al menos te queda tu café el yintonic, pero imagina a quien no les gusta ni el café ni el yin, que nos queda, nada, pero felices, porque ya vas avisado...confiar hoy día, en nadie, solo en las miradas tiernas e inocentes, que por suerte, las tenemos.

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  2. Tarde llegas a esta conclusión, para mi, una premisa clara desde hace unos años, algo muy triste y real, pero es lo que hay... bienvenido al mundo de los pesimistas, negativos, de los que vemos el mundo al revés,... es lo que me dicen "los que me soportan"... Un saludo. Por cierto, aprovecha esa mirada, también se acaba con los años.


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  3. ¿Un yintoni en compañía Pin? No lo veas todo tan negro, no es bueno.

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  4. Grandes verdades, por un lado la manoseada y deshonrada justicia que gracias a nuestros políticos ya no creemos casi nadie en ella, y por otro lado y como sano contrapunto la mirada de Lucia, ojala ella llegue a conocer una justicia de ¨todos¨.

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