Evidentemente nadie está en posesión de la verdad, la opinión es como el culo, cada uno tiene uno pero no por ello tiene que ser en absoluto respetada, no así el culo, eso es una guarrería y hasta ahí no creo que lleguemos nunca. Por ahí se hace caca.
Es difícil encontrar un punto de acuerdo, lo que para unos es blanco para otros roza la negrura y lo que unos ven normal para otros es aberrante, no existe el punto medio, no es fácil pero hoy, seguro que recibimos de nuestros lectores la adhesión necesaria para cuando menos, otorgarnos cierta razón, que no pena porque ojíto que... a todo chon le llega su San Martín.
Resulta que tenemos boda, si, gracias, yo también lo siento. Pues eso, que tenemos boda próximamente, se casa Ana y el exclusivo traje que tenemos reservado para bodas, bautizos y comuniones se ha rebelado en contra nuestra, así, como lo leen. Cuando nos lo hemos intentado poner, quizás por el esfuerzo o quien sabe si por el cambio de tonalidad que nuestro rostro presentaba, hemos notado disimuladas sonrisas alrededor y alguien hasta ha fingido un repentino apretón que le ha “obligado” a refugiarse en el aseo quien sabe si para descojonarse.
Todos se han aliado contra nos. Triste y real, la estrechez sonríe.
El mal en sí no era tan mal, se hubiese solucionado comprando otro traje, camisa, lo que se tercie y punto, pero no, lo malo no es la súbita, incomprensible e inexplicable estrechez que presentan las prendas, lo peor han sido lo restrictivo, taxativo y coactivo de las medidas que contra nuestra persona de forma alevosa y cruel se están tomando para retornarnos a la talla 44 y así entrar en tan constreñido como apretado traje y poder ponernos una camisa que ahora mismo nos parece más propia de un madelman.
Nos han puesto a dieta, si gracias, yo también lo siento. Déjenme que siga.
Comemos verde, cenamos verde y del desayuno mejor ni hablar, eso es una auténtica mariconada. Ahora entendemos como no hay un grillo gordo. Esto es una auténtica conspiración, es algo terrible. Han colocado campanillas en la puerta del frigorífico, candado en las alacenas y sensores de movimiento en la puerta de la cocina. Nos toman el aliento cada diez minutos y hemos detectado Webcams de esas por cada esquina de los pasillos. Cuanta crueldad…
Que bestialidad, esto es insoportable, me río yo de la alianza de civilizaciones, todos en contra nuestra, esto es un sin vivir. Adiós a esas maravillosas chuletas, esos filetitos con patatas, esas tortillas españolas que quitan el hipo, ese queso manchego que atonta, esas cervecitas en vaso helado.
¿Lo ven? No era tan difícil, es cuestión de buena voluntad, solidaridad, adhesión, transigencia, tolerancia y espíritu democrático para llegar al entendimiento, ¿Lo ven como en algo podemos estar todos de acuerdo? Está claro que si, aquí la opinión en unánime, todos coincidimos en que la culpa es de Ana, por casarse.
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