martes, 9 de diciembre de 2025

Don Antonio.


Yo era un chaval, uno más de los que vivíamos en Paseo de Hériz nº 17, antiguo Cuartel de la Guardia Civil de San Sebastián donde mi padre se encontraba destinado como conductor.  En el barrio del Antiguo, allí crecí y me crie hasta que tuvimos que salir por pies al aparecer sus datos entre los objetivos de atentado, con detalles del itinerario, horario, matrícula del Ford Fiesta y el domicilio de mis abuelos en Alza donde nos reuníamos cada domingo.

Allí viví hasta los quince años de edad, allí estudié desde los parvulitos que se llamaba entonces hasta terminar mi primer año de BUP en el Instituto Peñaflorida.

En todos aquellos años conocí a muchísimos compañeros de mi padre, yo era un ratón cuartelero, entre ellos crecí y de ellos aprendí, lo bueno y lo malo que se aprende a esa edad. Y entre los que conocí muchos perdieron la vida cobardemente asesinados por los terroristas vascos. Tengo sus caras, nombres y apellidos grabados a fuego en mi.

De mis vivencias y experiencias no voy a hablar, sólo puedo decir que en base a ellas, todo el odio que acumulo hacia esos gudaris de mis cojones y cobardes aberchales de la bomba lapa y el tiro en la nuca es poco, mi odio y rencor es ilimitado y eterno, como al del pueblo que los silenció, amparó o miró para otro lado con el argumento de que "algo habrá hecho", un pueblo que gracias al chantaje y recoger las nueces del terrorismo de ETA tiene lo que quiere y más.  Y no eran cuatro precisamente.

Hoy me quiero referir al Teniente Coronel Don Antonio Tejero Molina, al que tuve el honor de conocer y tratar. Mi padre fue su conductor. A su esposa Doña Carmen, a sus hijos Tete, Quica, Elvira, Antonio y Ramón. Con éste último es con el que más trato tuve y con el que compartí años de adolescencia. Con Antonio coincidí en Venta la Rubia en el año 85 terminando el Curso de Motorista de la Agrupación de Tráfico, él como Alférez Caballero Alumno Cadete y yo como componente del LXXVI Curso.

De todos ellos no tengo más que palabras para destacar sus valores. Su casa era la casa de todos, firme defensor de sus Guardias hasta sus últimas consecuencias. Recuerdo una vez por la festividad del Pilar, habían prohibido las celebración por un reciente atentado. Él reunió a sus guardias y familias en el garaje y comunicó que el mejor homenaje a los compañeros caídos era celebrar la fiesta en su honor, evidentemente le llamaron al orden y se lo crujieron.

Lo que hizo o dejó de hacer me la bufa, yo hablo de lo que viví y conocí en primera persona. Tengo mil anécdotas y recuerdos que lo confirman, Don Antonio Tejero Molina era, es y siempre será un señor de los pies a la cabeza, un hombre con una DIGNIDAD, LEALTAD, HONOR y AMOR A ESPAÑA único e inigualable. 

Un patriota.

1 comentario:

  1. Yo no lo conocí en persona, pero si oí a los compañeros de verde, en el Gobierno Civil-Comisaría de San Sebastián (que compartíamos) hablar excelentemente de su "jefe" D. Antonio como un guardia civil con estrellas, que amaba al cuerpo benemérito y a España.

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