No hay tema en el que no aparezca lo que ahora se llama la "analista política" que no viene a ser más que alguien que sabe mucho y de todo y cuya opinión es indispensable para la buena marcha del negocio, no como otros que esputan sandeces por kilos y se autoconsideran mentes privilegiadas, aunque haya quien diga que tras oírla un par de veces pudiera dar la impresión que al nacer se hubiera quedado sin oxígeno. Herejes!
Tiene remedios milagrosos para todo, tanto habla de cocina, medicina, la liga Taiwanesa de waterpolo o la ingeniería termonuclear aplicada a los polos de hielo de naranja, de lo fantástico o lo tangible, de física cuántica o el alioli perfecto pero siempre con la naturalidad de una superioridad intelectual evidente y notoria sobre cualquier mortal. No tiene estudios pero tampoco lo necesita, lo suyo es pura y extraordinaria genética mágica o robótica, quién sabe... algo sobrenatural, simplemente es así, existe, dicta y punto.
Lo de la inteligencia artificial es un cuento al lado de esta lumbreras, no necesita ni el bombeo de la circulación sanguínea que los demás tanto valoramos, es un ser único, nada banal ni común y corriente como cualquier pagainfantas que humildemente compartimos espacio, tiempo o males de diarrea como ella.
Los que no llegamos a su altura, seres inertes que nunca podremos razonar a ese nivel ni alcanzar la perpetua posesión de la verdad, quedamos absortos ante tal grado de conocimiento, aunque sea una opinión a veces dañina, soberbia e incluso absurda pero, es un ser perfecto, digna novia de un parecido de la opinión sincronizada.
Dios guarde a Sarah con hache final Pérez Santaolalla, la única jurista sin carrera, especialista en derecho de tercero izquierda, periodista sin periodismo y opinóloga dueña de la verdad y la certeza, indomable y a veces colérica de la opinión contraria pero no es para menos, la verdad es suya y eso no se discute.
Dios la guarde.

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