viernes, 7 de noviembre de 2025

La ley feminazi.


El mudo y yo conocemos desde hace unos 25 años, tiempo en el que logramos sintonizar más allá de la mera amistad, no sé si por utilizar el mismo prisma, coincidencia en la afición por las gestas militares históricas, la visión de lo patético de lo perimetral contemporáneo, conceptos varios  o el agradecimiento que siento por su solidaridad y tribulación que le provocan mis frecuentes ataques de almorranas. Es que dan pena, no lo voy a negar.

Sufre de EPOC pero fuma como un portuario soviético harto de vodka, es más, si no lo deja, en cuatro días me veo tirando sus cenizas a sotavento. Ya lo sabe. Es un comulgado convencido, iluso creyente de lo increíble, rezador a tiempo completo y con menos arranque visceral que una monja de clausura.

La línea esa que separa la bondad de la ingenuidad la traspasó setenta y siete kilómetros atrás. Ultimamente se las están dado por todos los lados y de quien menos podía esperarlo pero da igual, no arranca, se lo impide su forma de ser, su horchata sanguínea, que yo no digo que eso sea bueno o malo, pero me toca los cojones porque si me pasara a mi...

No se lo merece, lleva años sufriendo un acoso diario, un maltrato psicológico insoportable acumulando a más menos una humillación diaria. Ahora, tras cuatro meses empastillado hasta las trancas empieza a resurgir pero sigue sin arrancar y no será porque no le doy caña pero no hay cojones, no le gira el bendix de la mala hostia. No le sale.

España tiene un grave problema psicosocial en el tema, la aplicación genérica, indiscriminada y por lo tanto injusta de la Ley Feminazi de Violencia de Género está arrasando los valores, integridad, buen nombre y prestigio social de muchos hombres como el mudo con el único sustento de la denuncia.Da igual todo, sin entrar a valorar cada caso estás condenado de antemano teniendo que abandonar tu casa, tu residencia, tu entorno y salir desterrado con prohibición absoluta de todo, de comunicación oral, escrita, telemática, telefónica ni a través de terceros convirtiéndote en un apestado social, pero eso si, soltando la pasta el día primero de cada mes la tengas o no mientras que "ella" recibe todo tipo de ayudas tanto económicas como asistenciales, llegando a convertir la denuncia en un lucrativo negocio. De momento quinientos y pico pavos al mes y a fondo perdido.

Mientras tanto, a mi amigo le toca esperar el momento de tener que demostrar su inocencia y rogando a su Santísimo para que no te toque una jueza podemita que le cruja vivo pero mientras tanto y desde entonces, ya ha recibido otras dos denuncias por quebrantamiento que sorpresivamente ¡¡¡OHHH!! no han sido admitidas por su más que evidente falsedad e inconsistencia, pero mientras ese momento llega... Rezando espera.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por dejar tu comentario.